Palabras

para recordar

Roxane Bravo Rivera

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Vives en mi silencio

Algo sagrado de lo nuestro
se quedó en ese acurrucarme
de cada noche
en ese espacio que dejaste entre tu y yo.

Ni tu voz que ya no oigo,
ni tu mirada que ya no tengo,
ni mis brazos abandonados
de tu ternura,
han conseguido que te olvide.

A la sombra de esos mismos árboles
que juntos nos vieron pasar
ahora suavemente mecen sus ramas
en despedida.

Sigues en mi silencio.
no hay viento como navajas
ni brisa humeda
que turbe mis emociones,
ni lágrima caída sin llegar al mar,
ni seres de luz ausentes
mientras te siga amando así.

Vuelo nocturno

Mansa le abraza la noche
mimosas las estrellas,
se arriman al borde de su cama,
la luna le mira de reojo
mientras sus sueños se apilan
para colarse en su almohada
entre esas blandas plumas.

En ese estado de ensueño
más cerca del allá que del acá,
deslizándose por una rendija de la ventana,
su alma sale al espacio
abriéndose paso entre los astros.

Se ufana de sus fantasías,
mientras la noche poco a poco
va evaporándose entre vahos invernales.

Se sienta en un montón de nubes
y se pone a narrar sus sueños
ella supone que es oída,
– supone bien –
el cielo escucha a los que están perdidos
y le anima a seguir con su monólogo.

Finalmente, le vence el cansancio,
se duerme entre algodones
y se despierta en su cama
con la cabeza hundida
entre las blandas plumas de su almohada.

Vuelo nocturno

Mansa le abraza la noche
mimosas las estrellas,
se arriman al borde de su cama,
la luna le mira de reojo
mientras sus sueños se apilan
para colarse en su almohada
entre esas blandas plumas.

En ese estado de ensueño
más cerca del allá que del acá,
deslizándose por una rendija de la ventana,
su alma sale al espacio
abriéndose paso entre los astros.

Se ufana de sus fantasías,
mientras la noche poco a poco
va evaporándose entre vahos invernales.

Se sienta en un montón de nubes
y se pone a narrar sus sueños
ella supone que es oída,
– supone bien –
el cielo escucha a los que están perdidos
y le anima a seguir con su monólogo.

Finalmente, le vence el cansancio,
se duerme entre algodones
y se despierta en su cama
con la cabeza hundida
entre las blandas plumas de su almohada.