Palabras

para recordar

Roxane Bravo Rivera

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Noche oscura del alma

Temida noche oscura del alma,
anoche viví la mía, la de mi alma.

Comenzó con un arañazo en el centro del pecho,
una suerte de filuda uña punzando en mi corazón.
Sentí que era mi final,
mi hora de morir.

Se escapó un silencioso sollozo
desde lo más hondo de mi ser.
Algo que aprieta la garganta
sofocando casi hasta asfixiar.

Senti mi ser difuminarse en la nada,
que la vida se me iba,
Yacía inerte en la cama
y mi alma vagando al garete.

Es como sumirse en un último sueño,
del que despertarás,
en otro plano, otra dimensión
junto a tus amados
que ya cruzaron al otro lado.

No sentía ningún miedo
una sensación de volver a casa,
era mi lugar.

La ilusión y el amor más inmarcesible
el que nos espera.
en nuestro sueño eterno

No hubo hijos

Acompañada de un buen café, un buen cigarrillo
y del hombre que estaba destinado a ser su marido,
aunque no antes de salvar una barrera de obstáculos,
en un momento de infidencia le confesó:
«yo no habría podido salvarla,
pero ella me habría hundido a mi».

Lo dijo refiriéndose a su ex mujer.
Ella, su amante oculta por años, no se sentía culpable,
a pesar de todo.
Ni mucho menos la causante de la ruptura del matrimonio.
Este ya estaba roto mucho tiempo antes de ella aparecer.
 Durante años él guardó las apariencias por cómodidad
y conveniencia más que por nada.  

Por aquellos años,
aún sin ley de divorcio,
la separación no era una opción.

Años más tarde,
lo que a ella verdaderamente le impactó,
fue comprender que su rival la sobrepasaba en 20 años de edad
y pensó qué difícil debía ser para ella,
ancajar ese fracaso a su edad.

 Peor aún si apenas quedaba tiempo de maniobra.
Y por supuesto que no es lo mismo fallar a los cuarenta,
que hacerlo a los sesenta.

Han pasado los años desde entonces
y hace solo unas semanas,
ella se enteró del fallecimiento de la ex
y recordó las últimas palabras que ésta dijera en el parque aquel dia,
que coincidieron cuando él se encontraba paseando a su nena de 5 añitos.

Mirándoles con dulzura,
y habiendo bajada el hacha de guerra, le dijo:
 «ahora entiendo todo lo que ha pasado,
era lo nuestro que debía acabar
para dar paso a tu hija de venir.

Esas fueron sus últimas palabras,
dejando de manifiesto
su gran frustración de vida
de no haber podido
dar hijos en su matrimonio.

Nel blu dipinto di blu

En esa era azul de su vida
rezumaba poesía hasta por los poros,
mientras la placidez abrazaba
casi todas las horas del día,
se le aparece ahora la pintura
cuando el sol acaricia sus tardes de ocio.

Un sogno cosi non ritorni mai più.
Mas retorna a su memoria
esa época tenaz por destacar,
esquivando el olvido
de la lírica de su vida
encerrada en manuscritos.

Mas, su caligrafía no desmayaba,
escribía y escribía
sin caer en el desanimo,
haciendo caso omiso
a la indiferencia del universo.

Espantando los espantapájaros
que emborronan su desvaída poesía,
no se rendía,
por el contrario,
nuevos brios la atraían ahora hacia la pintura.

Hallábase sin saberlo,
asomándose al arte del color
reservado solo para unos pocos,
justo antes de escorar su alma
a la deriva del desaliento.

Visitando ahora esa zona
íntima y profunda de ella misma,
que solo Dios conoce,
surge la postrera pincelada
esbozando esa nada que es ahora su vida.

¿Se equivocaría su intuición?
¿Buscando ahí donde no hay nada?
¿Y qué tal, si esa nada fuera su salvación?

Vuelve a su memoria,
aquella zigzagueante mariposa
que en su día se posó entre sus manos
para despertarla de aquella larga siesta,
alejándola del acecho de los heraldos negros.