Palabras

para recordar

Roxane Bravo Rivera

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Otra oportunidad

Aquella intempestiva fresca mañana
atravesó mi prosa cotidiana
y me llevó de lleno
a las inconclusas
interrogantes de mi alma.

Conectándome enseguida
con esas inquietudes profundas
que habitan en mi
y que no paran de enredar en mi subconsciente.

Pareciera un alma tan insaciable
la que llevo dentro,
tras una vida tan rica en experiencias,
viajes, aventuras, y amores…

¿Y ahora qué se te antoja?
Llenar ese vacío en lo más hondo de tu ser;
poco o nada de todo lo vivido te ha podido satisfacer.

Quisieras recomenzar,
quisieras renacer.
¿A tu edad?
Pues si, nunca es tarde para volver a empezar.

Y sin embargo,
hete ahí esperando una última oportunidad,
algo te dice que tu periplo no esta completo,
algo te falta.

¿Será un nuevo amor?
No, no. El verdadero ya pasó para ti.

Creo intuir algo diferente,
quizás compasión, entrega, transitar por la generosidad.

O tal vez, lo que esta a punto de ocurrir
es que emerja una nueva mujer dentro de ti,
ya no la intrépida poeta aventurera,
sino una humilde servidora del universo.

Otro gallo cantaría

Sentido de auto crítica o sentido del humor, como queráis.
*****
Que absurdo me parece hoy, tomando distancia,
tantos complejos que de joven me atormentaron.
Malgasté un precioso tiempo queriendo ser lo que no era,
deseando ser otra, que finalmente, no llegué a ser.

Aún recuerdo que no me gustaba mi risa y reprimía la carcajada.
Me sonaba escandalosa, estridente.

Otra gran inseguridad que tenía: era al hablar,
no sabía qué decir, sobre qué conversar, si dar o no mi opinión,
en fin, vacilante frente a otros comentarios
que siempre me parecieron lúcidos y más brillantes.

Inseguridad que siempre atribuí a mi pobre
y escasa formación.

Tampoco ayudó mi gran timidez magnificada por esa fisonomía mía,
de mujer fatal que me envolvía
y que a muchos asustaba.

Apareciera en el escenario que fuera,
siempre había alguna hembra que se sentía amenazada
de perder a su macho.

No solían decirme nada,
pero lo cogían de la manita y lo alejaban del peligro.

Y éso, que mi vestimenta no era precisamente extravagante,
aunque dada mi estatura luciría más aparente.

Ahora bien, con las tablas que dan los años,
todo ese manojo de inseguridades han sido superadas.

Pero para seros franca, sigue siendo mi asignatura pendiente
el hablar en público o frente a las cámaras.

No obstante, pienso que en la vida,
no me habría venido nada mal
algo más de desparpajo y unos cuantos kilates más
de seguridad en mi misma.

Probablemente, otro gallo me habría cantado.

Otra estrella

¡Qué pesada se hace la soledad
si se lleva sin amor!
Un aguijoneo constante
en cada recoveco del alma.

¿Por qué duele tanto mi atardecer?
Si contigo nunca supe
de la agonía de una tarde.

Cuán desafiante es la vida
izando las velas del alma
para zarpar sin ti.

En mi fuga hacia adelante,
mi alma se escapa hacia Europa,
donde debí nacer en realidad.
Pues anclada tengo la mirada
y encallada mi vida se quedó.

Poco a poco, por estos días,
este profundo silencio me asusta
y a medida que el tiempo escatima
se va haciendo más y más
lento mi navegar.

A la vez que voy soltando las amarras
y dejando atrás mi zona de costumbres.

Debí creer o no creer,
esa es la cuestión.
¿Si en otro Dios hubiese creído,
habría otra vida tenido?

Tal vez, otra estrella
me habría bendecido
y otras sendas
habría seguido.