Y la mala nube llegó.
Nada hacía presagiar su llegada,
estaba feliz con el arribo de su gente querida,
tantos años residiendo lejos de ella
y aunque tímido el sol que asomaba esa mañana,
solo encuentros felices auguraba.
Tan campante salió al aeropuerto vestida de luces,
a juego con su sonrisa.
El momento de la llegada fue emocionante,
hasta lágrimas hubo y abrazos cargados de cariño.
Ya en el coche durante el trayecto hasta casa,
se hablaban atropelladamente queriendo decirse tantas y tantas cosas.
Aquel encuentro fue tan bonito que será difícil de olvidar.
En medio de ese clima tan familiar y entrañable de los días que vinieron,
¿acaso podría ella haber imaginado o sospechado que una mala nube se cernía sobre si? Imposible, no había lugar para malos augurios.
Pasadas unas dos semanas desde este feliz acontecimiento,
le fue diagnosticado un cáncer linfático en grado 4.
Y a partir de ahí, todo,
absolutamente todo se desmoronó a su alrededor.
La magia se rompió y la mala nube la alcanzó.
Toda su gente querida se le acercó y comenzaron a desvivirse en cariño y atenciones.
Acompañándola cada dia en esos eternos
e interminables meses de quimioterapia.
********
Pasó la mala nube
y ahora cuando ella echa la vista atrás,
seis años después,
ella, uno de los poquísimos sobrevivientes de ese tipo de cáncer,
plenamente consciente de que una fuerza divina la salvó,
suele caminar por la vida levantando la mirada al cielo
y cada vez que se recuerda de esos días de angustia,
sabe y es consciente de estar viva
por obra de un milagro.