Último reducto de alegría
Desde hacía ya un rato que iba mirando los distintos escaparates,
entrando y saliendo de las tiendas.
Hurgueteando con lupa de experto
los novísimos diseños recién llegados,
en colores de nueva temporada.
Curiosas mezclas de tejidos: sedas y terciopelos,
napas y lanas.
Encajes, algodón y diversas texturas
con cortes cada vez mas atrevidos.
Todo eso era un mundo fascinante para ella,
quien se consideraba a sí misma
una diseñadora desaprovechada.
Admiraba profundamente a esos creadores
de hechuras y estampados increíbles.
Incontables veces había hecho ese mismo
recorrido de arriba abajo,
y vuelta a bajar para volver a subir,
hasta dar con lo que buscaba.
Aunque no antes de probarse todas y cada una
de las prendas que la enamoraban.
También la sesión de los probadores tenía su punto divertido,
le gustaba comprobar ante el espejo,
qué tan espectaculares lucirían en ella esos modelos.
Esos que en su imaginación ya le parecían deslumbrantes.
Finalmente llegó a casa y rendida se quito los zapatos lo primero,
luego se echó en el sofá
y disfrutó abriendo y volviendo a mirar
sus hermosas compras:
una chaqueta estilosísima
y una preciosa blusa a juego.
Con cariño las acunó sobre su regazo
y se deleitó acariciándolas otra vez.
Esa agradable sensación pronto se desvaneció
y un triste pensamiento tomó su lugar.
Fue entonces que comprendió
la inutilidad de sus compras.
No tenía ninguna ocasión prevista para estrenarlas,
ni siquiera alguien especial con quien lucirlas.
Tampoco se preveía próximamente ninguna reunión familiar.
Vamos, que en segundos
toda su ilusión se disipó.
Fue entonces cuando sintió todo el peso
y frustracion del vacío de su esfuerzo.
Su cuerpo tristemente se hundió en el sofá
y sin apenas darse cuenta, estaba llorando.
Grandes lagrimones rodaron por sus mejillas,
empapando su preciosa chaqueta.
Fue un triste final para su tarde de escaparates.
Había descubierto el vacío y sinsentido
de sus excursiones a las grandes tiendas.
Y lo más importante,
había descubierto como su vida se llenaba de vacío
arrebatándole ese último
reducto de alegría.