Torsos heridos

De una mente inmersa en su ocaso
– pensamientos umbrosos –
herrumbrosos hilos tejían su mirada.

Llegado el otoño y su mezquina luz,
menguando las horas de sol,
por sembrados senderos de hojas muertas
resucitando duelos,
reviviendo añosos pesares
con su esquivo alumbrar.

Del verde herido de sus bosques
tras tantos impiadosos inviernos
claman sus agrietadas raíces,
suplicantes al paso indiferente de las nubes
piadosas lluvias caer.

Y ocurre el milagro,
nubes henchidas de su bendito caudal,
se abren paso entre otras que solo
descargan su prodigioso fluir
sobre aquellos sedientos más desventurados.

Resucitando sus retorcidos torsos,
leñosos centenarios martirizados
por el inclemente tórrido verano
a punto de expirar.

Vuestro momento ha llegado,
encapotado el cielo
promesas de lluvias trae.

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