No hubo hijos

Acompañada de un buen café, un buen cigarrillo
y del hombre que estaba destinado a ser su marido,
aunque no antes de salvar una barrera de obstáculos,
en un momento de infidencia le confesó:
«yo no habría podido salvarla,
pero ella me habría hundido a mi».

Lo dijo refiriéndose a su ex mujer.
Ella, su amante oculta por años, no se sentía culpable,
a pesar de todo.
Ni mucho menos la causante de la ruptura del matrimonio.
Este ya estaba roto mucho tiempo antes de ella aparecer.
 Durante años él guardó las apariencias por cómodidad
y conveniencia más que por nada.  

Por aquellos años,
aún sin ley de divorcio,
la separación no era una opción.

Años más tarde,
lo que a ella verdaderamente le impactó,
fue comprender que su rival la sobrepasaba en 20 años de edad
y pensó qué difícil debía ser para ella,
ancajar ese fracaso a su edad.

 Peor aún si apenas quedaba tiempo de maniobra.
Y por supuesto que no es lo mismo fallar a los cuarenta,
que hacerlo a los sesenta.

Han pasado los años desde entonces
y hace solo unas semanas,
ella se enteró del fallecimiento de la ex
y recordó las últimas palabras que ésta dijera en el parque aquel dia,
que coincidieron cuando él se encontraba paseando a su nena de 5 añitos.

Mirándoles con dulzura,
y habiendo bajada el hacha de guerra, le dijo:
 «ahora entiendo todo lo que ha pasado,
era lo nuestro que debía acabar
para dar paso a tu hija de venir.

Esas fueron sus últimas palabras,
dejando de manifiesto
su gran frustración de vida
de no haber podido
dar hijos en su matrimonio.

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