Tiempo ya no tenías
Dulcemente y sin prisas,
me mirabas.
Tiempo era lo que
ya no tenías,
pero amor,
todo el del mundo.
Mundo al que pronto
dejarías.
¡Oh, Dios!
solo preparas a tus elegidos,
no hay consuelo para los que se quedan.
Nada me haría comprender entonces,
que debería haberte amado más,
besarte más, abrazarte más…
cuando solo un suspiro te quedaba.
Cuando tu respiracion se apagó,
tu rostro se enfrió,
y tus manos inertes
reposaron tu pecho,
abrazando la muerte.
Todo un barullo era mi mente:
entre sollozos, gritos y llanto.
Todo encerrado dentro de mi.
Mientras vivía tu muerte,
todo dentro de mi,
cual cámara blindada
contra escapes y fugas
de los añicos del dolor.
Mi ser convertido en veleta,
me ducho, busco mi ropa,
no se qué me pongo.
Me peino, me miro,
y el espejo
me muestra a una mujer
que no conozco.
Y a partir de ahí:
todo cuanto hago
es propio de una máquina,
bajo, subo, camino,
voy y vengo y vuelve a venir,
sin saber qué hago,
Son días sin apetito, sin comer,
quiero dormir, dormir y dormir.
Da igual si es de día o de noche,
que más da!
Y se viene el momento
del golpe final:
llegan tus cenizas,
pulcramente guardadas en un cofre.
Llegara el dia,
cuando el tiempo que todo lo cura,
lograremos entender,
ese cofre,
conteniendo las cenizas
del ser amado.