11 mil kilómetros
Embrujo a distancia:
aquí, nublado, llueve que te llueve, y al otro,
toldos, tumbonas y playas, venga sudar y sudar
así vivo yo.
a 11 mil kilómetros del epicentro
de mi ser.
¿Se puede estar en un lugar
y a la vez vivir en otro?
¿Qué locura es ésa?
Dicho de otra manera:
Estar físicamente en un lugar,
pero mental y espiritualmente vivir en otro.
Eso precisamente me ocurre a mi.
¿Quien no ha intentado alguna vez,
desconectarse en un momento dado de estrés
y agobiantes niveles de saturación?
¿Qué pasa si esa desconexión se prolonga en el tiempo
y deja de ser temporal?
Entiendo ésto como una evasión.
De lleno con la psicología nos hemos topado.
Desconociendo el argumento de un psicólogo
y buscando una explicación razonable,
intentaré no perderme en el jardín.
Para mí, esta actitud, en la práctica,
es un problema de no aceptación,
o sea, negación de la realidad.
Una táctica de escape de la mente
cuando algo no nos gusta
y no podemos cambiarlo.
Quizás sea tan simple como eso,
o bien algo mucho más complejo.
En cualquier caso,
no creo haber despejado la X
con este argumento.
Personalmente, para no entrar en conflicto
con mi presente,
prefiero algo paliativo.
A modo de profilaxis mental,
uso mi imaginación para estar en un sitio
pero siendo feliz en otro.
Así vivo mi exilio espiritual,
a 11 mil kilómetros de distancia.