¿Quién te espera?

Vuelvo al mismo banco donde ayer
en vilo dejé mi vida,
a causa del tempestuoso viento y
de un frío de la madona.
Mi pecho que ya debería hospedar la quietud,
de pronto, se viene arriba
echándole valor al despiadado frío.

Las ramas sobre mi cabeza
enredaban caóticamente mis cabellos a su antojo.
Silban los enojos de Dios contra mi rostro,
iban y volvían azotando todo a su paso.

Ni siquiera un perro huérfano
busca mi compañía,
hasta ellos tienen a sus amos.
La ventisca y una lluvia de hojas por el aire,
finalmente me vencieron y me volví a casa.

Basta de fustigación divina por hoy,
solo el calor de una buena calefacción
me esperaba detrás de la puerta.

He ahí mi drama,
solo la naturaleza se me enfrenta, me encara
con toda su furia.
No me abraza, ni me besa, ni me acoge,
en cambio, me empuja fuera, me ahuyenta,
me espanta.

Es casi despiadada
echándome a la cara mi soledad.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *